Publicado originalmente el 17 de diciembre en La Segunda
El reciente bochorno en las elecciones internas de la UDI, sumado al episodio vivido en Ciudadanos han demostrado más allá de toda duda que el voto electrónico no cumple concriterios de seguridad y auditabilidad para transformarse en un sistema viable para nuestra selecciones nacionales. Sin embargo, sus promotores han repetido un punto que hasta elmomento no ha sido sometido al debido análisis: que el voto por Internet promueve laparticipación electoral.
Parece de sentido común pensar que si las personas pueden votar sin salir de sus casas, entonces la participación electoral debería aumentar. Sin embargo, las políticas públicas debenestar basadas en evidencia, y no en meras intuiciones y prejuicios. De hecho, en este caso laevidencia sí existe: el efecto del voto electrónico en la participación electoral ha sido objeto de estudio en múltiples ocasiones.
Luego 15 años de elecciones locales virtuales en Ontario, el incrementó en la participación fuede tan solo 3,5%. En Estonia, tras diez años y cuatro elecciones, la variación de la participaciónno superó el 2,5%, al borde del error estadístico. De igual forma, la votación parlamentaria de Noruega en 2010, efectuada de forma electrónica y remota, no produjo un cambio significativo en el número de votantes.
Por otro lado, pensemos en aquello que la votación remota no puede garantizar: el carácter secreto del voto. La posibilidad de marcar una preferencia en solitario, al interior de una caseta especialmente dispuesta para ello, sin que nadie pueda conocer nuestra opción, protege a los votantes del cohecho y las presiones externas. El voto vía internet es incapaz de garantizar este aspecto fundamental del proceso eleccionario. Sin este resguardo, podemos ser víctimas de presiones indebidas por parte de nuestro empleador o círculo familiar, o incluso de la tentación de vender nuestro voto por necesidades económicas.
Combatir el abstencionismo electoral pasa por entender sus causas de fondo, no por evadir eldebate con recetas mágicas. De momento, el voto electrónico nos pide sacrificar el secreto delvoto a cambio de una promesa de participación que no es capaz de cumplir. Un mal negociopara Chile.